jueves, 5 de febrero de 2009

Sermón del 30 de enero

El pecado se extiende por todos los ámbitos de la Creación: ni el sano mundo del deporte se libra. Menos mal que el Padre Marciano nos ayuda a esquivarlo.

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1 comentario:

Señor Pato dijo...

Ave María Purísima.
Queridos hermanos, una noticia de última hora me ha hecho cambiar mi inicial propósito de seguir con los mandamientos, que dejamos pendientes para el próximo día. ¡Ya podían los periodistas estarse quietos un poco y dejar de informar de cosas que ocurren donde el Jefe perdió el mechero, que así no hay manera de erradicar el pecado de vuestras almas! Luego hala, todos al infierno y el Señor me echará las culpas a mí. Si es que en estas condiciones no se puede…

Además, Dios me lo pone cada vez más difícil. De hecho, esta semana me he visto demasiado influido por el espíritu de libertinaje que circula por este programa donde me han ido a meter. Os voy a hablar de deportes. Y además de deportes americanos, que todo el mundo sabe que los inventó el mismísimo Belcebú aquella noche que le robó al Santo Padre el vino de misa. Espero que el Señor me lo perdone, que sabe que es por una buena causa, y no acabe yo mismo en la hoguera, compartiendo fuego con gentuza como vosotros. ¡Qué promiscuidad!

Abrid las orejas, que os lo explico. Hay en Dallas, en el sur de los Estados Unidos, una escuela religiosa, la Covenant High School, que sigue fielmente los preceptos sagrados, razón por la que la Divina Providencia la ha dotado con un equipo de baloncesto femenino muy competitivo. De hecho, el pasado 13 de enero tuvieron partido contra otro colegio beato, la Dallas Academy, y las chicas del Covenant ganaron 100 a 0, un resultado poco habitual en baloncesto que podemos calificar casi como un milagro.

Sin embargo, al director del Covenant, con buen criterio, no le pareció nada piadoso aplastar y humillar a sus rivales de semejante forma, así que cuando acabó el partido criticó a su entrenador, que estaba dando saltos de alegría por el rendimiento de las jugadoras. Este preparador, que responde al nombre de Micah Grimes, no se arrepintió de su prepotente actitud, diciendo que era normal que le pidiera a sus chicas que metieran cuantos más puntos mejor. La respuesta del director no se hizo esperar: despido fulminante por no respetar los valores de la institución. ¡Para que se enteren de que aquí el único que puede chulearse es Dios, que para eso es todopoderoso!

Por lo que he podido ver, a la prensa deportiva le sorprende esta reacción: no entienden cómo se puede despedir a un entrenador que consigue semejante éxito en el terreno de juego. Y es que son tan cerrados de mollera como vosotros, cuadrilla de desalmados, y no les entra en la cabeza que si el Señor pone normas, son para cumplirlas, y si dice que no hay que ser presumidos sino modestos, pues a ser modestos, porque si no, os puede mandar modestamente una colección de rayos y centellas que ríete tú de la lluvia ácida esa que dicen los científicos, los ecologistas y otras gentes de mal vivir.

Hala, hermanos, rezadme ochocientos rosarios, que hay que estar entrenado, ¡y no pequéis, recordad que el Jefe lo ve todo!