jueves, 12 de junio de 2008

Sermón del 6 de junio

En el repaso que el Padre Marciano está haciendo por el origen de la Humanidad, para que nadie se lleve a engaños, la cosa se va poniendo interesante: ya tenemos crímenes y asesinatos. Pasad y escuchad.

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1 comentario:

Señor Pato dijo...

Ave María Purísima.
Queridos hermanos, los impíos científicos e investigadores siguen en su empeño de llenar vuestras huecas cabezas de ideas absurdas sobre falsos orígenes de la Humanidad y patrañas similares. No se dan, o no quieren darse, cuenta de que la única historia verdadera es la Historia Sagrada, y de que todo ya está escrito. Nuestro Señor ya se tomó el trabajo hace unos cuantos miles de años de contarle sus batallitas a unos cuantos escribanos de lujo, los llamados Profetas. Que, como veis, suena muy parecido a “profe”, así que fiaos de esa gente, que saben de lo que hablan.

A lo que íbamos. La semana pasada ya os conté que las personas procedemos de un monigote de barro y de una costilla a medio asar, y que tuvimos que largarnos del Paraíso porque una serpiente nos dijo que le tiráramos un bocado a una manzana. Pues hoy os voy a contar lo que pasó después. La historia, como veis, es bastante entretenida. ¡Os podréis quejar, que aparte de iluminaros con la Única Verdad, os tengo más entretenidos que el culebrón de después de comer!

Habíamos dejado a Adán y a Eva fuera de los Jardines del Edén, ganándose el pan con el sudor de su frente, que vaya un sabor que tendría que tener ese pan. Bueno, en aquella época Lucifer aún no había creado los métodos anticonceptivos, así que los dos tortolitos se pusieron a tener niños, de los que los más famosos fueron Caín y Abel. Caín, el mayor, se dedicaba a la agricultura, y Abel tenía un rebaño. Podréis comprender que el pobre Caín estuviera un poco molesto con su hermano, porque las ovejas no dejaban de comerse su sembrado y así no había manera de conseguir una cosecha decente; además, Abel tenía enchufe, porque cuando le presentaban ofrendas a Dios, quedaba más lustroso y más elegante el cochinillo asado del hermano menor que el triste bol de cereales cainita.

Por eso el bueno de Caín se dijo que si la gracia era sacrificar animales, iba a sacrificar al más grande que tuviera a mano, para que el Señor estuviera contento. Y fue y se cargó a su hermano Abel, que bien merecido se lo tenía, por picajoso. Pero claro, a Dios no le hizo mucha gracia que liquidaran a un ejemplar humano, que era el bicho que más trabajo le había costado hacer. Caín no lo sabía, porque como Dios era novato en esto de crear mundos no había dejado las reglas muy claras, pero aun así no le quedó otra que sufrir la cólera divina y le desterró a un sitio llamado Nod, donde la tierra era tan pobre que no podría plantar ni malas hierbas. ¡Para que veáis cómo se las gasta Dios si se os ocurre incumplir algún mandamiento!

Os preguntaréis, entonces, si un hijo se murió y al otro le echaron, ¿de dónde sale el resto del mundo? Todo tiene su explicación: en aquella época la comida no llevaba conservantes ni colorantes, así que Adán vivió 930 años y le dio tiempo a tener muchos hijos. De ellos destaca Set, nuevo primogénito de la familia e inventor, entre otras cosas, del juego del Tenis. Pero de esto ya os hablaré otro día, que si os lo cuento todo ahora el domingo en misa hacéis pellas.

Hala, hermanos, rezadme setecientas Glorias, ¡y no pequéis, recordad que el Jefe lo ve todo!