martes, 4 de noviembre de 2008

Sermón del 3 de octubre

Vuelve al trabajo nuestro Padre Marciano repasando la actualidad judicial, que le ha dado una alegría esta semana.

Métete en los Comentarios para ver el texto.


1 comentario:

Señor Pato dijo...

Ave María Purísima.
Queridos hermanos, recobramos el testigo cedido la semana pasada al hermano Friker, que como recordaréis nos habló de los pastafaris, esa gente que piensa que Dios en realidad es un monstruo gigante formado por un plato de espaguetis con albóndigas. ¡Los muy herejes, que todavía no se han enterado de que al Señor la carne picada le produce ardor de estómago! Sabed, para que desterréis toda idea falsa y blasfema, que los truenos no son más que productos de la Digestión Divina cuando el maná de la cafetería del cielo lleva de tapa hamburguesas.

Esta semana otra noticia nos ha llamado la atención, aunque, por aquello de la novedad, ha sido para bien. El Tribunal Supremo acaba de declarar que la Iglesia ya no está obligada a borrar los datos de los libros de bautismo de quien lo solicite, como pedía la Agencia de Protección de Datos. ¡Chupaos esa, panda de ateos!

Todo esto viene a cuento de una solicitud que habían presentado unos desalmados en la diócesis de Valencia, que alegando que habían perdido la fe, pretendían que la parroquia se cargara de un plumazo el registro de cuando les intentaron, por lo visto sin éxito, abrir la mollera regándoles con agua bendita. La Audiencia Nacional había fallado a su favor, nunca mejor dicho lo de fallar, pero menos mal que un juez con criterio ha dicho que no, que la Ley de Protección de Datos no es aplicable, porque el hecho de que en su día el remojón les metió en la iglesia ya no hay quien lo cambie.

Lo cierto es que, aunque ahora no les guste, el Señor entró en ellos en ese momento, y no pueden alegar que es un okupa porque con la Primera Comunión confirmaron el contrato de alquiler de su espíritu. Y habiendo documentos firmados de por medio, no se puede desalojar a nadie así como así, y mucho menos a Dios, que encima es el que manda y tiene privilegios. Así que si han perdido la fe, ¡que busquen en objetos perdidos!

Habrá quien piense que, para evitarse burocracias desagradables, sería mejor no bautizar a los niños de pequeños y dejar que cuando sean mayores de edad decidieran ellos por su cuenta si quieren recibir la Santa Ducha o no. Craso error. Las cosas hay que hacerlas cuando hay que hacerlas, que para eso dejó Dios establecidos unos plazos y fechas: no vale que cada uno vaya a la oficina cuando le dé la gana y luego encima se permitan el lujo de reclamar. Además, si pretendéis arriesgaros a quedaros sin bautizar, recordad que el Señor es mucho más poderoso que cualquier policía de inmigración, así que a los sin papeles que se intenten colar en el Paraíso se les habrá caído el pelo

Hala, hermanos, rezadme quinientos credos, ¡y no pequéis, recordad que el Jefe lo ve todo!