lunes, 18 de febrero de 2008

Sermón del 25 de enero

Desde una diócesis del norte ha llegado una noticia que, según el Padre Marciano, demuestra los tiempos de herejía en que vivimos...

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1 comentario:

Señor Pato dijo...

Ave María Purísima.
Queridos hermanos, los niveles de blasfemia y herejía de esta sociedad en que vivimos están empezando a alcanzar cotas insospechadas. En estos tiempos que corren ya no se puede ni hojear tranquilamente el periódico sin encontrarse con alguna barbaridad que escandalizaría a todo buen feligrés.

Recibimos desde la diócesis de Reus, en Tarragona, una noticia que nos impacta y nos ofende a partes iguales. Parece ser que de unas bodegas de la localidad han robado más de cincuenta mil litros de vino. Los responsables de la empresa, que responde al extraño nombre de De Müller, dicen que se encontraron las puertas forzadas y que de las barricas faltaba toda esa cantidad de zumo de uva fermentado. La familia Martorell, que es la propietaria de la bodega, asegura que están “contrariados”, porque es el primer caso de estas características que se produce en España.

Hay que reconocer, por un lado, que los rateros tienen su mérito, porque cincuenta mil litros no son poca cosa, y para llevárselos sin que además ningún vecino se enterara hace falta bastante habilidad, o un hígado muy potente si es que se lo llevaron puesto. En todo caso, debemos desaprobar la conducta de los ladrones, pues ya lo dijo el jefe, en el pedrusco que le pasó al tío Moisés con diez frases grabadas: el séptimo decía que robar está feo. Aunque bueno, eso a vosotros, insensatos, os da lo mismo, porque ¡bien poco caso que le hacéis al noveno, el de “no tendrás pensamientos impuros”!

Lo intolerable del asunto, lo que condena a los delincuentes al más escabroso de los infiernos, es que no robaron un vino cualquiera. No señor. ¡Era vino de misa! ¡Dulce néctar tinto, creado expresamente para recordar la figura de Nuestro Señor los días que a los de mi gremio nos toca currar! ¡Bendito alcohol que estará ahora en las manos de cualquier desaprensivo con oscuros fines! No nos extrañaría que terminara vendiéndoselo a tiernos infantes, para que se iniciaran en la abyecta costumbre del botellón haciéndose calimochos con la sangre de Cristo.

Pero la justicia divina siempre triunfa, así que los ladrones llevan la penitencia en el pecado. Afirman los bodegueros que el valor del vino robado era de unos 100.000 euros. Gracias a Santo Tomás y a otros grandes hombres de la ciencia, podemos hacer la cuenta y averiguar que sale a más o menos dos euros el litro. Oremos todos al Santo Garrafón para que castigue a los herejes con vomitonas y retortijones comparables a las Siete Plagas que asolaron Egipto.

Hala, hermanos, rezadme treinta o cuarenta credos, ¡y no pequéis, recordad que el Jefe lo ve todo!